La valoración
del Externo (Proyección)
Uno de los
compromisos que siento en lo personal que se debe asumir, es la vigilancia de
la valoración que se le da al “externo” como fuente de nuestros conflictos.
En
un día normal, el contacto con los miembros de la familia (padres, pareja,
hijos, hermanos), la interacción con la calle (tráfico, otros conductores, el
clima), las relaciones en el trabajo (jefes, subalternos, compañeros, clientes,
asociados), la relación con uno mismo (estética del cuerpo, salud, humor,
etc.), la situación del país (desacuerdos con las políticas, los gobernantes,
la oposición, etc.), las relaciones con el dinero (escasez, abundancia,
trabajo, oportunidades, etc.) y otras
que se me escapen.
Cuando
a “esas fuentes externas”, con los pensamientos
de programas del pasado o de miedo e inseguridad del futuro les damos
VALOR como factores de “ataque”, inmediatamente sentimos que uno o todos ellos
pueden causarnos “daño”, “pérdida”, “dolor”, etc.
En
lo que percibo algunos de eso factores como ataque, inmediatamente el cuerpo
físico da las señales (todos conocemos donde nos atacamos) y sentimos o
profunda tristeza, rabia, ansiedad, etc.
Si
persistimos en “valorar” que alguno, varios o todos estos factores, no dependen
de nosotros sino de un azar, la buena o la mala suerte, etc., estamos negando
nuestra identidad, rechazando nuestra herencia y eligiendo el conflicto en
lugar de la PAZ.
Cuando
percibimos el ataque de cualquiera de esos factores, estamos recibiendo un
regalo bellísimo que nos indica que no estamos en el presente, en el ahora,
sintiendo nuestra herencia y tenemos la oportunidad de abrirlo, sentir y elegir
de nuevo.
Nada
“externo” a nosotros nos puede dañar a no ser que le demos entrada con nuestros
pensamientos limitantes de pasado y de futuro.
Y
tenemos entonces una belleza que nos dice Jesús en Un Curso de Milagros:
La Decisión a
Favor de Dios (Cap. 5, VII, Págs.: 98 y 99)
Debo haber decidido
equivocadamente porque no estoy en paz.
Yo mismo tomé esa
decisión, por lo tanto, puedo tomar otra,
Quiero tomar otra
decisión porque deseo estar en paz.
No me siento
culpable porque el Espíritu Santo, si se lo permito,
anulará todas las
consecuencias de mi decisión equivocada.
Elijo permitírselo,
al dejar que Él decida a favor de Dios por mí.
Y lo hacemos de instante en
instante,
decidir la Paz, nuestra herencia, quienes somos:
Señor Dios de mi Ser, sé que Soy tu
hijo, quiero vivirlo, sentirlo y experimentarlo, aquí en la tierra como en el cielo.
No
tengo que hacer nada
El propósito de encontrarnos por medio
de este blog es “Recordar” lo que somos porque somos uno y ese reflejo es muy
claro. La mayoría de nosotros nos caracterizamos por ser altamente “PENSANTES”
y entonces la pregunta que nos lanzamos desde nuestro amado, querido y
protegido EGO es ¿Qué hago para...., que tengo que hacer para no sentirme
atacado..... Qué tengo que hacer para no tal cosa....., etc.?, todas preguntas
que implican programa de pasado y valoración del futuro; y viene Jesús con todo
su amor y nos dice:
NO TIENES QUE HACER
NADA (UCDM. Cap. 18, VII, páginas: 432, 433 y 434)
Tómense un rato para leer esta “Carta de
Amor de Jesús”.
Siempre hemos dicho que “No hacer nada”,
no implica que nos vamos a colocar en medio del jardín o de la calle a no mover
un músculo, “No hacer nada” es no pensar en pasado o en futuro, es estar alerta
“sintiendo nuestra herencia, nuestra realidad como Hijos de Dios y dejando que
mi YO SANTO (E.S), vea, hable, escuche, sienta, olfatee y guste..... VIVIR,
SENTIR Y EXPERIMENTAR EL HIJO DE DIOS AQUÍ EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO, YA
QUE CIELO Y TIERRA ES LO MISMO EN LA MENTE QUE PIENSA CON DIOS.
Proceso:
En
alerta (sintiendo con los 5 sentidos, sin pensamientos de pasado y/o futuro)
traigamos ante nosotros “eso” a lo que le he “permitido” quitarme la paz,
sintamos cada una de las emociones que me trae, sintiéndola con los cinco
sentidos y con algún dolor que se presente en el cuerpo (dolor de cabeza,
taquicardia, dolor de estómago, etc.), sin pensar, sin valorar, solo sintiendo, hagamos una lista de
los juicios que provocaron esa no paz y sin dejar de sentir tomen cada una y
entréguenla en manos del Espíritu Santo diciendo:
Debo
haber decidido equivocadamente porque no estoy en paz.
Yo
mismo tomé esa decisión, por lo tanto, puedo tomar otra,
Quiero
tomar otra decisión porque deseo estar en paz.
No
me siento culpable porque el Espíritu Santo, si se lo permito,
anulará
todas las consecuencias de mi decisión equivocada.
Elijo permitírselo,
al dejar que Él decida a favor de Dios por mí.
Así con cada etiqueta, sin pensar, solo
sintiendo, hasta que toda la emoción se agote y al final quede la PAZ, el calor
que se siente cuando llega el AMOR y la CERTEZA de quienes somos.
Bueno es todo por hoy, mil bendiciones y
todo mi Amor:
Candy Lucía
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